miércoles, 13 de marzo de 2013

Un Problema Común




Hay un problema entre nosotras hermanas, un problema enorme. Cualquier problema de esta índole es grave. Corre tan profundo en lo recóndito de nuestra naturaleza carnal, es mucho peor de lo que pudiéramos estar imaginando. Nuestras luchas con ese problema tienen su raíz en la competitividad que surge de nuestra naturaleza caída. 

Tal vez estarás diciendo ¿de qué habla? ¿Qué es eso tan peligroso?, te informo: es la envidia. Este mal sentimiento que divide, amarga, frustra.

Las mujeres somos muy propensas a sentir envidia, te doy algunos ejemplos:
·         El aspecto físico de otra mujer
·         Los hijos de ella
·         Un chico muy bueno se fijo en ella y no en ti
·         Un buen esposo
·         La linda casa de ella
·         Su auto nuevo
·         aun por el talento o el don que aquella hermana ejerce para edificación del cuerpo de Cristo. Esto está a diario alrededor nuestro, todas en algún momento hemos sentido las ráfagas de este mal. Quizás seas una envidiosa y no lo sabes o estés siendo víctima de la envidia y te sientes impotente por ello.

¿Qué es la envidia?
En los diccionarios podemos encontrar que es:
-El dolor experimentado cuando otros tiene lo que uno quiere. Ese dolor entendemos por la escritura que es un deseo pecaminoso. La envidia es mencionada en la larga lista de las obras de la carne (vea Gálatas 5.13-26).

Bíblicamente definimos envidia como:
·         El sentimiento de descontento producido por atestiguar o escuchar los adelantos o prosperidad de otros.
·         Dolor o resentimiento al enterarse del adelanto disfrutado por otra persona unido al deseo de poseer lo mismo. Es dolor o descontento que sentimos por el éxito ajeno.

Es un asunto del corazón 

Mat 7:21  No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Mat 7:22  Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Mat 7:23  Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

La envidia hermanas proviene de nuestra vida carnal egoísta. Tiene su origen dentro del corazón humano. Sino guardamos nuestro corazón y no lo llenamos de la palabra de Dios y amor al prójimo, tendremos este mal a gran escala. Toda lucha comienza en nuestros corazones.

Un ejemplo de envidia

1 Reyes 3. 16-28
Las dos rameras y el rey Salomón 

·         Una de ellas mostró envidia, cuando vió que su hijo había muerto, mientras que el de la otra aun vivía. ¿En qué vemos su envidia?

-No aceptó su condición (Dios había permitido que su hijo muriera)
-Se comparó con su compañera, creyó no merecer su asignación.
-Prefirió la angustia de su prójimo.

La envidia la llevo a actuar con:

-Egoísmo (siempre pensó en si misma), las energías de la envidia son generadas por un corazón egoísta que busca satisfacer su ambición personal.
-Orgullo:
1Re 3:26  Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.
-Amargura
-Disensión: es disputa entre dos, esto siempre protege a la envidia, porque uno se cree superior.
Siempre que no estemos contentos o conforme con la voluntad de Dios para nosotras actuaremos con envidia.
Hermanas si nos dejamos guiar por este malvado sentimiento nos volveremos seres causantes de conflictos, divisiones, chismes, etc…la envidia puede llevarte a vivir la vida de otra persona, considerarte su víctima, y esa persona quizás ni está pendiente de ti, porque la envidia te consume.

Pensemos…

Gén 30:1  Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero.

En la antigüedad la mujer que no daba hijos era considerada como inservible, pues para esto según ellos fue creada. Entonces, imagínense el pesar que sentía una mujer al no poder concebir. Esto le produjo envidia a Raquel, hasta el punto de preferir morir. 

Pro 3:31  No envidies al hombre injusto, Ni escojas ninguno de sus caminos.

A veces como creyentes caemos en envidiar la prosperidad de los injustos, vemos mujeres que están en malos caminos, que de la noche a la mañana tienen grandes casas, autos modernos, la ropa conforme a la tendencia del momento, que salen por ahí creyendo que el mundo está a sus pies, y les envidiamos, sin tomar en cuenta que no tienen a Cristo y que todo esto es pasajero.

Ecl 4:4  He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.  
Este verso es muy atinado, sentimos dolor por la excelencia en el trabajo o en algún ministerio. Queremos ser igual que las demás, tener sus elogios y responsabilidades. El ser un buen elemento despierta la envidia de las demás. Tú que cumples con tu trabajo, eres responsable, dispuesta, sabia, por lo tanto te toman en cuenta y eso les causa un dolor pecaminoso a algunas. Si tu eres la que siente envidia debes examinarte y comprender que todas somos llamadas a servir con fervor y entrega, tu puedes comenzar hacerlo con la motivación correcta, que es el amor al Señor. Así que en vez de fijarte y hablar mal de la hermana, disponte tú a buscar en que puedes servir a Dios.

Como vemos esto es un mal de todos, no de unas pocas mujeres. En la situación que menos te imaginas, está actuando la envidia. Porque en muchas ocasiones se presenta disfrazada con otra cara y nos hace creer que estamos en lo correcto.

El peligro de la envidia 

La envidia es una pasión poderosa, la palabra dice:
Pro 14:30  El corazón apacible es vida de la carne;  Mas la envidia es carcoma de los huesos.

En algunos casos la envidia se corrompe internamente debido a nuestra silenciosa comparación con otras o al resentimiento interior. A veces se expresa como una raíz de amargura que va más allá de nosotras y empieza a ensuciar a muchos. Y en otros casos termina en abierta rivalidad y daño hacia la persona objeto de nuestra envidia.

“Las personas envidiosas nunca dan cumplidos, solo se los tragan” (prov. Mexicano)

¿Qué debemos hacer entonces?

I.                    Amarnos
1Co 13:4  El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
1Co 13:5  no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
1Co 13:6  no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.

Cuando sentimos envidia constante no hay amor verdadero, pues la envidia no promueve la benignidad, ni la humildad, sino que promueve l jactancia, lo indebido, el egoísmo y el rencor.

Si sientes envidia por alguien haz lo siguiente…

·         Confiesa tu pecado (no lo minimices, ni lo disfraces
·         Apártate del mismo
·         Decide aprender de esa persona
·         Ora por ti y por ella
·         Celébrale sus logros, hazle los cumplidos que se merezca

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