viernes, 8 de marzo de 2013

Día 11




Sal 119:11  En mi corazón he guardado tus dichos,
 Para no pecar contra ti.

Me encanta una canción que entona el grupo de alabanza en mi iglesia, no sé si sea el autor o interprete primario de la misma, pero la he escuchado en labios de Danny Berios. Esta canción tiene como parte de su primera estrofa este versículo, sé que la mayoría que lea este escrito dirá,  me sé este verso, y que bueno porque de eso mismo se trata, de memorizar la palabra de Dios, para que nos sirva como un antídoto contra el pecado. Los dichos de Dios deben ser guardados muy bien, por eso el mejor lugar no es tu memoria USB o tú disco portable, sino tu corazón. ¿Por qué escogería Dios el corazón para conservar su palabra? Pues el corazón al que se refiere no es al musculo. Aquí corazón es el centro del entendimiento, la voluntad y el lugar de donde se toman las decisiones. El corazón es el centro del asunto. El núcleo de nuestro ser, la esencia de lo que somos. Es el lugar donde nuestra mente y voluntad, nuestras emociones y convicciones se unen para darle forma a lo que creemos y las elecciones que hacemos. Nuestra conducta está determinada por lo que se encuentra en nuestro corazón.

También puede significar toda la actividad mental y moral nuestras, incluyendo tanto sus elementos racionales como emocionales. En otras palabras, se usa el corazón de manera figurada para denotar las corrientes escondidas de la vida personal. Por eso, si almacenamos allí la palabra de Dios, todas nuestras acciones, emociones, actitudes serán piadosas y no habrá espacio para el pecado. Debemos llenar, rebosar nuestro corazón con la Biblia, memorizar los versos y hacerlos nuestros. Por ejemplo, si ya identificaste que tienes problemas con el chisme, inicia a memorizar algunos versos que te puedan detener al momento de presentarse la oportunidad de chismear, no sabes lo efectivo que podría resultar esta práctica. ¡Comienza hoy!

Bendiciones!

Elaine Severino

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