martes, 18 de agosto de 2015

“Guardaré mi lengua, enmudeceré en silencio y callaré”




Psa 39:1 
  Yo dije: Atenderé a mis caminos,
 Para no pecar con mi lengua;
 Guardaré mi boca con freno,
 En tanto que el impío esté delante de mí.
Psa 39:2  Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno;
 Y se agravó mi dolor.

Regularmente nosotras las mujeres somos tildadas de habladoras, un tanto imprudentes y de             que siempre tenemos algo que decir, o criticar. No podría decir a voz en cuello que no es cierto, ya que el hablar mucho es parte de nuestro diseño, y aunque casi siempre se le da una mala connotación, esta característica puede ser usada para el bien. 

Como mujeres cristianas no debemos ser conocidas por hablar demás o hacerlo sin pensar antes. Tampoco deben ser nuestras palabras vehículos de maldición o crítica mal intencionada, o cosas como el chisme, la calumnia o la murmuración. A lo largo de toda la biblia encontramos muchos textos donde se nos habla acerca de esto.  

Al leer este salmo, llamó mi atención fuertemente como inicia. Por eso decidí compartir esta reflexión con ustedes. ¿Te has fijado que constantemente atendemos mas a la vida y andar de otros que el nuestro? Siempre tenemos algo que decir…lo hubiera hecho de tal manera, ella debió hacer aquello y no eso, ¿Por qué no eligió esto?, pero también llegan situaciones de adversidad y desconcierto a nuestra vida y allí también proferimos tantas palabras…¿Por qué me sucede a mí y no aquella que es impía? ¿Para qué tengo que pasar por esto? Y así sucesivamente. El hecho es que siempre estamos hablando de algo o alguien o  de  nosotras mismas, nuestros estudios, trabajo, familia, hijos, esposos, ministerios, pastores, hermanos de la iglesia, siempre hablamos. Me gustaría compartir otro versículo:

Pro 10:19  En las muchas palabras no falta pecado;
 Más el que refrena sus labios es prudente.

Al hablar tanto creo que pecamos de alguna forma. ¿Si evalúas todas tus  palabras del día de ayer con sinceridad…podrías decir que no pecaste en más de una ocasión?

Me gusta la resolución hecha por el salmista, es como que él se detuvo y evaluó su situación e hizo un compromiso “yo dije” atenderé a mis caminos…¿Estamos atendiendo a nuestros caminos? O más bien estamos poniendo más cuidado al camino de otros?

Ese atender a su camino tenía un propósito: para no pecar con mi lengua. Pecamos porque nos descuidamos. A veces cuidamos otras áreas de nuestro cuerpo para no pecar u otras debilidades que parecen más importantes, pero no cuidamos nuestras palabras. Pero yo puedo asegurarle que por tu conversación, las palabras que normalmente empleas podríamos deducir de que está lleno  tu corazón. Entonces, creo que hay que poner más atención a la lengua. Te invito a detenerte y leer Santiago cap. 3, creo que sería de gran ayuda en este tema.

El salmista estaba en un momento de tensión y tenia temor de decir algo equivocado, algo que ofendiera a Dios y dañara su testimonio delante  de los impíos. ¿Te cuidas tu de esa manera o no te importa lo que dices o que conversaciones tienes  con los impíos? Hermanas debemos de decidir ponerle freno a nuestra boca y hacer el mayor esfuerzo para callar mas, hablar menos, tal vez al leer estos versículos dirás que es extremismo pues él dice que se calló aun respecto de lo bueno, si hermana pienso que hay ocasiones en que debemos callarnos y no hacer ningún juicio o comentar aun  cosas buenas, porque no nos corresponde decirlo, porque es sobre otros y puede convertirse en murmuración, porque esa persona no deseaba que se supiera, entre muchas razones.  

·         ¿Estás atenta a tus palabras y/o conversaciones?
·         ¿Los demás podrían decir de ti que hablas mucho?
·         ¿Cómo son tus conversaciones con los impíos o delante de ellos? ¿Tienes más cuidado? Ellos nos vigilan recuerda eso.
·         ¿Por qué no decides hacer la misma resolución del salmista?

“Guardaré mi lengua, enmudeceré  en silencio y callaré”

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