Sal
119:6 Entonces no sería yo avergonzado,
Cuando atendiese a todos tus mandamientos.
A lo largo de mi vida he estado envuelta en
diferentes situaciones de las cuales he obtenido diversas experiencias:
aprobación, alegrías, risas, pero también desilusiones, vergüenzas, culpa, lágrimas
y tristezas estas últimas a causa de tomar malas decisiones. Al igual que yo,
pienso que tú también podrías contarme cosas semejantes por errores cometidos,
pecados en los que hemos incurrido, no obedeciendo a la palabra de Dios. ¿Sabes
qué? Si atendiésemos como debemos a los mandamientos de Dios no seriamos
avergonzadas, la desobediencia a Dios trae malas consecuencias, trae desgracia
a nuestras vidas. Solo con la palabra de Dios lograras evitar la vergüenza del
pecado. Piensa: ¿Hacia qué pecados vas caminando? ¿Qué sabor han ido dejando en
ti? Mentira, envidia, rebeldía a tus padres y lideres eclesiales, robo,
relaciones de noviazgo sin propósito, fornicación… ¿Tus pecados te dan
vergüenza? Eso se debe a que no has dejado que la palabra de Dios tome el lugar
que le corresponde en tu corazón.
La palabra de Dios aquí nos está diciendo que
cuando decidimos tomar en serio los dichos de Dios, estos nos dan la confianza
y la firmeza requerida para andar en esta vida. Al mirar, al hacerle caso siempre
a la palabra de Dios puedo asegurarte que no habrán esperanzas que terminen en
desilusión, para esto debemos de dedicarnos a considerar con placer lo que ha
dicho Dios en su palabra, para que nada nos mueva, sino que seamos creyentes
firmes. De no atender a los mandamientos de Dios estaremos en peligro, y esto
acarreará una cadena a errores que a la largo amargaran nuestra existencia,
resultando en aflicciones, lágrimas, culpa, vergüenza, desilusión. ¿Qué harás?
¿Continuar sintiendo vergüenza por tus pecados o mostrar la luz que Dios ha
puesto en ti?
Bendiciones!
Eli
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