1Pe 3:8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir,
compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;
1Pe 3:9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por
maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados
para que heredaseis bendición.
1Pe 3:10 Porque:
El que
quiere amar la vida
Y ver días buenos,
Refrene su lengua de mal,
Y sus labios no hablen engaño;
1Pe 3:11 Apártese del mal, y haga el bien;
Busque la paz, y sígala.
1Pe 3:12 Porque los ojos del Señor están sobre los
justos,
Y sus oídos atentos a sus oraciones;
Pero el rostro del Señor está contra aquellos
que hacen el mal.
1Pe 3:13 ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si
vosotros seguís el bien?
1Pe 3:14 Más
también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois.
Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,
Esta mañana me correspondía compartir un
devocional a un grupo de hermanas de uno de los ministerios en los cuales
colaboro, y luego de pensar y preguntarle a Dios que debía hablar, El puso en
mi mente este pasaje, no fué algo al azar, sino que Dios me lo mostró con un
propósito que tanto yo, como las que me estuvieron escuchando podrán descubrir
más adelante. He estado estudiando 1Pedro, guiada de un libro de estudio
escrito por Elizabeth George, el cual les recomiendo adquirir. Pero, lo que
deseo contarles es lo que Dios me ha estado diciendo con este texto.
Las cartas de Pedro son muy especiales, claro al
igual que toda la escritura. Pedro estaba escribiendo a los creyentes
pertenecientes a la iglesia que nacía, aquellos que sufrían persecuciones por
su fe, que eran echados a los leones, aserrados, torturados, los que tenían que
esconderse y huir. El les escribe no para decirles que cesarían los
sufrimientos y persecuciones, sino para hacerles ver y que pudiesen valorar el
que ellos fuesen participantes en algo de los sufrimientos de Cristo. Y aunque
en el día de hoy, en el país en el que vives, no sufres persecuciones que
atentan contra tu vida, en lo físico, creo que si sufres persecuciones por tu
vida piadosa. Tal vez tus amigos de la universidad dicen que eres rara porque
no sales a fiestas con chicos, o tu vecina te llama la santurrona porque no te
interesa andar de casa en casa chismeando, tu jefe inmediato mintió para que te
despidieran porque no accediste a mentir en algún reporte, umh son tantas cosas
que muchas sufren. Entonces, piensa que esta carta también es para ti.
Y quiero
darte algunas recomendaciones, no solo para las persecuciones, sino también
para tu vida diaria y los conflictos que se presentan. A modo de conclusión
Pedro les dice que sean todos:
De un mismo sentir, esto me dice que nosotros
como creyentes debemos de tener primero buenas actitudes entre nosotros, para así
como un solo cuerpo combatir los ataques de afuera vienen, de un mismo sentir,
con una misma forma de pensar, un mismo propósito o meta, no iguales en
personalidad, pero si en carácter, en opiniones, pero también debemos ser
compasivos y misericordiosos, tratarnos bien, no vengarnos las unas de las
otras, que no haya una joven o mujer en la iglesia de Cristo, de la que se
pueda decir que es mala con las personas. Ser compasivas y misericordiosas, ver
por las necesidades de los demás, que nos duela o nos afecte que nuestro prójimo
esta en aprietos, que hagamos todo lo necesario para ayudar. Pero también, debe
haber entre nosotras amor fraternal y amistad, es raro que la biblia hable de
que seamos amigables, no se menciona esta palabra mas, sino solo en ese texto y
nos está diciendo que debemos de amarnos como hermanos (fraternalmente), y
mostrarnos amigas de los demás, ¿Sabes cuantas mujeres en tu iglesia o
jovencitas están pasando por momentos difíciles? ¿Te muestras amiga, le
muestras amor? Muchas veces nos criticamos, hablamos de la mala forma de vestir
de una chica, de su vocabulario poco adecuado, o de su trato poco puro con los
chicos, pero…pensemos ¿le hemos llamado y hablo al respecto? ¿Nos hemos
acercado a decirle las cosas maravillosas que tiene para luego enseñarle como conducirse?
No, porque no le amamos realmente.
Entonces, como vamos a contrarrestar o amar a las
personas no creyentes si entre nosotras no lo hacemos. El texto continúa hablándonos
de algo muy interesante, y es en cuanto a cuando sufrimos injusticias como
creyentes, he pensado acerca de esto y pienso en tantas cosas:
-Una chica que en la universidad le reprueban una
materia sin razones, pues ella tiene todas sus prácticas y exámenes con notas
excelentes.
-Una familia cristiana que tiene que sufrir una
cancha de basket al frente de su casa, donde llegan jóvenes de todos los
barrios, lanzando toda clase de palabras obscenas. Además de que la pelota pasa
toda la tarde entrando al patio de esta familia. Al ellos reclamar que sea
cambiada la cancha, reciben amenazas, piedras sobre su techo en las noches y más.
Tensión por todo un año. No exagero, esta situación la vivió mi familia.
-Una joven trabajadora que es despedida y su
testimonio puesto en duda, porque una de sus compañeras le tendió una trampa en
el trabajo.
Y muchas cosas más podría mencionar, tantos
cristianos en muchos países son perseguidos a causa del evangelio, en estos días
incendiaron 50 iglesias en Egipto, ¿Cómo decirles que tengan buena actitud y
que no se venguen? Pues con la palabra de Dios. Dice el texto no devolviendo
mal por mal, ni maldición por maldición, porque nosotras hemos heredado bendición.
Yo pienso que nosotras debemos bendecir aunque seamos maltratadas a veces.
Sé que nuestra naturaleza carnal nos lleva muy rápido
a contestar a insultos, a reclamar cuando se nos quitan nuestros derechos, se
mucho de eso, por ejemplo en estos días iba en un transporte público y el
cobrador no tenia cambio para devolver, así que el chofer decidió pararse en el
camino, pero lo hizo en pleno sol, y por mas 10 minutos, todos comenzamos (incluyéndome)
a reclamar a lo que El contestó que era nuestra culpa porque debíamos tener el
dinero justo del pasaje, ya se imaginan como estaba yo, enojada y reclamando,
pero luego Dios me hizo pensar que esas personas eran inconversas y que yo no
estaba llamada a eso, sino a serles luz, a no devolver mal por mal. Mi actitud
en todo esto debe ser refrenar mi lengua del mal, buscar la paz y seguirla, o sea
que yo debía haber actuado como pacificadora en ese momento, siendo de bendición.
¿Cómo podemos actuar así en las injusticias? Pues porque Dios está atento, esto
no se ha escapado de su visión, de su plan. El observa lo que nos sucede, él lo
sabe. El escucha nuestras oraciones, y un día dará su pago aquellos que nos
hacen mal, entonces podemos estar en paz.
Somos bienaventuradas si por la justicia sufrimos
algún agravio, somos felices, dichosas, porque Cristo sufrió injustamente, así
que en algo debemos ser participantes de sus padecimientos. No nos
amedrentemos, ni nos conturbemos, sino gocémonos.
Bendiciones
Eli